lunes, 4 de febrero de 2013

El toque inglés... al estilo Austen



Llevaba tiempo programando estas recetas. Estuve documentándome, buscando ideas, sabores, y sobre todo, intentando acercarme al más puro estilo british. Mi intención era publicar esta entrada el lunes, 28 de febrero, día en que se cumplían 200 años de la publicación de Orgullo y Prejuicio, mi novela favorita de Jane Austen, y una de mis preferidas del mundo mundial.


Pero como siempre, avatares del destino truncaron mi idea original y me obligaron a posponer esta entrada para hoy. 



Todo hay que decirlo, el homenaje, aunque un poco a destiempo, está ahí. Y es que no podía dejar a mi queridísima Jane sin ni siquiera una breve mención en el blog. He aprendido tantas cosas con sus obras... podría decir incluso que hasta en mi forma de escribir está su pequeña huella. De verdad, leedlas, os las recomiendo encarecidamente. Orgullo y Prejuicio es mi favorita, pero todas ellas tienen su encanto: Sentido y Sensibilidad, Emma, Mansfield Park... me quedaría con todas. 



Pero qué os voy a decir. Me enamoré de Darcy la primera vez que leí el libro. Odié para siempre al señor Whickham. Quise ser como Elizabeth, una mujer fiel a sí misma, inteligente y adelantada a su tiempo. 

De verdad...


...¿puede haber alguien que odie esta maravilla?





Así que, para celebrar esta ocasión, y para qué os lo voy a negar, también para disfrutar del tiempo libre tras haber acabado los exámenes, me propuse adaptar dos recetas que hacía tiempo tenía en mi mente: los scottish shortbreads y los scones. Con esa idea en mente, surgió este improvisado afternoon tea, que tanto gusta en la cultura británica, y que yo, amante incondicional de todo lo inglés, y casi medio londinense, no podía dejar pasar en esta ocasión.

Los scottish shortbreads, sencillos y muuuuy ricos.
En general tuvieron mucho éxito. Los shortbreads los hice mucho más finos que habitualmente, simplemente porque en mi casa somos más dados a las galletas crujientes, y la verdad es que gustaron mucho.

Los scones, que rellené de margarina y mermelada... ñam!
Y para acompañarlos, un buen té inglés, el perfecto complemento en mi opinión, o si lo preferís, una buena taza de café.

A ver qué os parecen las recetas...

Scottish shortbreads
- 25 gr de azúcar
- 50 gr de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 75 gr de harina normal

En primer lugar, precalentamos el horno a 150º.
En un bol, mezclamos la harina y la mantequilla, a mano (si, lo sé, es incómodo si estáis acostumbrados a utilizar batidora, como yo, pero ya os digo que es una masa muy fácil de trabajar, no se pega a nada). Cuando estén integradas, añadimos el azúcar y seguimos trabajando la masa con la mano hasta formar una bola compacta y homogénea.
Amasamos sobre un papel de horno, hasta conseguir el grosor deseado (las mías son muy finas, como véis, lo normal sería dejar un centímetro aproximadamente de masa, para que tengan más cuerpo. Si os gustan crujientes, sobre medio centímetro).
Para dividir la masa en porciones, lo normal sería hacer incisiones con el cuchillo marcando la masa antes de que esta entre en el horno. Cuando salga, separamos las galletas, ya que la masa tarda en endurecerse. Si lo preferís, podéis introducirlas ya cortadas y separadas, como hice yo, pero ya os advierto que no os quedará una forma demasiado regular.
Por último, las pinchamos repetidas veces con un tenedor y horneamos sobre 30 minutos hasta que comiencen a dorarse.
Dejamos enfriar en una rejilla una vez estén listas.

Aunque no sean tan rectangulares como las originales, están ricas igualmente, todo hay que decirlo...
Como veis, las cantidades son muy pequeñas. Eso es por una razón personal, y es que no estaba segura de si me saldrían bien a la primera, por lo que, como todas las veces que hago pruebas, reduje al máximo los gramos de los ingredientes. Podéis duplicarlos tranquilamente. Idea original aquí, en el Rincón de Bea.


Lo normal, y que es la base de la receta original escocesa, es utilizar una medida de azúcar, dos medidas de mantequilla, y tres de harina. Es decir, no importan tanto las cantidades como la proporción de las mismas. Si seguís esta regla, no deberíais tener problema.

Vamos entonces con la siguiente:

Scones de nueces con pasas y pipas de calabaza
- 15 gr de mantequilla sin sal troceada a temperatura ambiente
- 190 gr de harina
- 155 ml de leche semidesnatada
- 1 cucharadita y media de levadura química
- 1 cucharadas de nueces
- 1 cucharada de pasas y pipas de calabaza
- Media cucharada de azúcar
- Una cucharadita de zumo de limón

Precalentamos el horno a 220º.
En un cuenco, echamos la leche y el zumo del limón, que dejaremos reposar unos 10-15 minutos para que se corte.
En otro recipiente, tamizamos la harina y la levadura, y mezclamos junto con el azúcar y la mantequilla, a mano. Cuando veáis que está todo más o menos integrado, añadimos las nueces, las pasas y las pipas de calabaza. Veréis que queda con un aspecto de "migas". Entonces añadís la leche, que estará ya cortada, con la ayuda de una espátula. Y aquí llega el momento "pringoso", porque hay que mezclar todo a mano y no es precisamente una masa poco pegajosa. Así que paciencia. Mezclad todo bien, y cuando la masa sea homogénea, la amasáis sobre una superficie lisa que enharinaréis previamente. Con la ayuda de un rodillo, extended la masa hasta que adquiera un grosor de unos 2 cm. Con un cortador redondo, marcad varios círculos, amasad lo sobrante, y volved a repetir esta operación hasta que hayáis utilizado toda la masa (a mi me salieron unos 10 panecillos). 
Los colocamos en una bandeja con papel de horno, y horneamos unos 15 minutos, hasta que se doren.



Los podéis servir enteros o rellenos. Yo opté por probar alguno con margarina y mermelada de fresa, y de verdad os aseguro que son una auténtica delicia...

No os la pongo tamaño extra grande para no tentaros. Ñaaaam......
Aunque todo hay que decirlo, solos también están de vicio. Y no son tan pesados o empalagosos como otras recetas. Ya veis que las cantidades de grasa no son muy grandes, y el azúcar, mínimo. En esta ocasión, la receta la saqué del blog de Alma, podéis verla aquí.


Y ya os comento que una manera de triunfar seguro es presentar ambas recetas con una buena taza de té. 

A mí se me ocurrió mezclar la idea del afternoon tea original, con un toque oriental, gracias al juego de té (propiedad de mi hermanita) que veis en la imagen. Al fin y al cabo, oriente fue una de las empresas coloniales más importantes para los británicos, durante la época victoriana sobre todo. 

Ya, si, lo sé, me estoy yendo un poco de la época de Jane. 

Lo importante es que solos, acompañados de mermelada, mantequilla, miel, servidos con té, café, o hasta con una buena taza de chocolate, son dos ideas buenísimas para cualquier ocasión.


Bueno, dicho esto me parece que la señorita Austen estaría satisfecha :) 
Ahora que he terminado los exámenes (si, por fin), espero poder enseñaros nuevas creaciones con la mayor rapidez posible, aunque viendo lo alto que está poniendo el listón el profesorado este cuatrimestre... no prometo nada!! 



De todas maneras, he tenido tantos regalitos por Navidad relacionados con mi hobbie cocinillas que espero poder dar buena cuenta de ellos en breve (tengo una máquina de hacer cakepooooops, siiiiii, y una gofrera........!!!). Y además tengo un juego de platos de postre super cucos, cortesía de mi novio, que pronto aparecerán por aquí también...


Y me despido ya, no sin antes revelaros la sorpresa que os anuncié en mi anterior entrada...

...redoble de tambores...

.... ¡voy a dar un curso de cupcakes, nivel iniciación, en Bertamiráns! Concretamente, en Educalia, un local de ocio educativo para niños de todas las edades, que abre el fin de semana para abrir los apetitos de los no tan niños. ¡A tan sólo 10 minutos de Santiago!


Si os interesa, podéis poneros en contacto a través del facebook, o llamando al número que aparece en la imagen. Pero rápido, que quedan pocas plazas!!

Y ahora sí que me despido. Ya sabéis, cualquier duda, queja o recomendación serán bien recibidas.

Un biquiño!

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